Informe especial: elecciones en Brasil
Compartimos este informe especial elaborado por Aram Aharonian (FILA), Pedro Brieger (NODAL) que da cuenta de la realidad después de las elecciones en nuestro país hermano.
Los resultados finales de los comicios presidenciales del domingo 2 de octubre confirmaron el triunfo del expresidente Lula da Silva que obtuvo 48,43% de los votos válidos. En números absolutos 57.258.115 votos. Bolsonaro tuvo 43,20% y 51.071.277. La tercera fuerza liderada por Simone Tebet tuvo 4,16% y Ciro Gomes en cuarto lugar 3,04%. Entre Tebet y Gomes en números absolutos representan 8.514,710 votos. Las demás candidaturas de derecha o izquierda no llegaron a l%. Lula sumó 25,6 millones de votos más que el PT en las elecciones de 2018 (en las que Lula, preso, fue sustituido por Fernando Haddad), mientras que Bolsonaro adicionó 1,7 millones a los de cuatro años atrás. La enorme elección de Bolsonaro (43%), empaña la victoria de Lula, que quedó a apenas a dos puntos del 50% y un triunfo en primera vuelta. Esto le da aires al actual presidente para coquetear con lo que amenazó durante su campaña: en caso de perder podría desconocer el resultado y amenazar con un golpe militar. Si bien resta analizar finamente cómo actuó el electorado, es posible que Contacto: info@nodal.am el presidente se beneficiara del llamado voto útil que provino fundamentalmente de los electores de Ciro Gomes y Simone Tebet (candidatos que disminuyeron significativamente su votación) temiendo por diversos motivos que Lula fuese electo en la primera vuelta. Ciro Gomes, en particular, ayudó a alimentar un sentimiento antipetista, atacando con vehemencia en toda la fase final de la campaña a Lula y a los gobiernos del PT. Tras la primera vuelta, Simone Tebet manifestó abiertamente su apoyo a Lula así como el partido de Ciro Gomes, aunque él fue muy cauto: no nombró al expresidente y dijo que su partido no aceptará cargos en un eventual gobierno del PT.
LAS ENCUESTAS
La guerra de las encuestadoras fue un elemento central del proceso electoral. Analizamos 24 encuestadoras en diferentes momentos -entre agosto y fines de septiembre- y se pudo ver claramente la simpatía ideológica y/o la inclinación por Bolsonaro o Lula. Hay que resaltar que en la última semana, cuando se habló mucho del “voto útil” a Lula algunas encuestadoras vaticinaron su triunfo por escaso margen en la primera vuelta. Una característica de las encuestas es que las “favorables” a Lula minimizaron el voto a Bolsonaro y Contacto: info@nodal.am viceversa. Es así que Arko “acertó” con el 48,4% a Lula pero le dio apenas 38,6% a Bolsonaro. Por el contrario, Massive Caller le dio 43% a Bolsonaro, contra 37% a Lula. Esto, sin considerar la bolsonarista Brasmarket que daba ganador a Bolsonaro en primera vuelta con una ventaja de más de 15 puntos. En lo que respecta a la abstención electoral se nota su lento crecimiento (18,1%, en 2010; 19,4%, en 2014; 20,3%, en 2018). Esa tendencia continuó y la abstención llegó al 20,9%. EL PARLAMENTO En primer lugar hay que resaltar el avance del llamado “Centrão”, el bloque informal de partidos de centro-derecha que hoy le da sustento al gobierno de Bolsonaro. Respecto de 2018 tuvo un avance del 41% en la bancadas de diputados estaduales (provinciales) Desde el 1 de enero de 2023 controlará la mitad de las Asambleas Legislativas y podrá ser determinante en la política nacional. De las 1.059 diputaciones de las 26 Asambleas Legislativas y la Cámara del Distrito Federal, 537 pertenecen a formaciones ligadas al “Centrão”. Por otra parte, se registró un gran avance de las diferentes formaciones de extrema derecha, que obtuvieron aproximadamente el 30% de Senado y 25% de la Cámara de los Diputados. La ultraderecha consiguió posicionarse de forma estratégica en la institucionalidad estatal, elevando el riesgo de obstrucción y golpe parlamentario en caso de caída significativa de popularidad de un futuro gobierno del PT. Las izquierdas en su conjunto tendrán apenas 24,4% de la Cámara (125 representantes) y 16% del Senado (13).
LOS ESTADOS
Los partidarios de Bolsonaro ganaron en nueve estados (Acre, Distrito Federal-Brasilia, Goiás, Minas Gerais, Mato Grosso, Paraná, Río de Janeiro, Rondônia y Tocantins), que suman 49.115.309 votantes. Los partidarios de Lula lideraron en 6 (Amapá, Ceará, Maranhâo, Pará, Piauí, Río Grande del Norte), donde viven 23.592.589 votantes. En 12 estados, la contienda se resolverá en la segunda vuelta (Alagôas, Amazonas, Bahía, Espirito Santo, Mato Grosso do Sul, Pará, Pernambuco, Santa Catarina, Sergipe, Sâo Paulo, Rondônia y Río Grande do Sul). En este último grupo habrá una combinación de campaña electoral de los candidatos presidenciales con los candidatos locales.
LOS CAMBIOS SOCIALES
Para cualquier análisis de futuro hay que partir de la realidad, porque la sociedad brasileña no es la misma que la de hace 19 años, cuando aquel ex obrero metalúrgico de Sao Bernardo do Campo y dirigente de la Central Única de Trabajadores (CUT) llegó al gobierno conduciendo una ola de esperanza. Lula jugó en la campaña para la primera vuelta con el recuerdo del pasado de “meu governo”, de aquel tiempo donde había esperanza. La estrategia fue construir una alianza que confrontara democracia contra neofascismo, escapando así de la polarización tradicional de izquierda contra derecha. Mucho pasó en estas últimas dos décadas y las urnas demostraron que los más pobres de los pobres de las periferias urbanas no votaron masivamente por el PT y su candidato. Apuntemos en estos últimos años la politización de las iglesias evangélicas -que tomaron el lugar que los curas católicos fueron abandonando-, el uso de las redes sociales como formador del imaginario colectivo, difusión masiva de fake news y la crisis que fortaleció a la extrema derecha ante una centroizquierda que se quedó sin mensaje. El fraccionamiento comunitario, potenciado por el desmantelamiento del mundo del trabajo a lo largo de cuatro décadas de neoliberalismo, hace que la sociedad sea más sensible a un tipo de liderazgo salvacionista e inorgánico –una especie de neopopulismo– capaz de dirigir voluntades y transformar la ira social en fuerza política. En los últimos meses ha circulado por todo Brasil el fantasma de un golpe militar. Ese poder que hoy tienen los militares, fortalecido por Bolsonaro en la presidencia, no cayó del cielo. Después de que no se juzgarán los crímenes de la dictadura (1964 - 1985) los militares también se empoderaron de la mano de Lula, cuando los envió en 2004 en la Misión de la ONU para la Estabilización de Haití (Minustah), como fuerza de ocupación a pedido de Estados Unidos, misión que fue denunciada por abusos, violaciones y asesinatos. El arraigo social de la extrema derecha tras los casi 700.000 muertos por la pandemia, los 33 millones de hambrientos, la apología de las armas y toda la corruptela explica que el fascismo ya no sea un cuerpo extraño; se naturalizó. En este sentido fue clave el control del territorio de las milicias en las periferias y la influencia de las iglesias evangélicas a favor de Bolsonaro.
EL 30 DE OCTUBRE
La segunda vuelta es una nueva elección. Para poder ganar el 30 de octubre, la campaña de Lula deberá abolir el culto al pasado y definir lo que se hará en temas claves como alimentos, salario y deudas. La ventaja de 6.186.838 votos lo pone en condición ventajosa desde el inicio y más si recibe el apoyo de Ciro Gomes y Simone Tebet, que juntos sumaron 8,5 millones de votantes. En todas las elecciones presidenciales realizadas entre 2002 y 2018 quien obtuvo una ventaja en la primera vuelta terminó ganando en el balotaje. Lula tiene una ventaja importante, sin embargo Bolsonaro ha demostrado ser más hábil de lo que se suponía y cuenta con una importante base de apoyo, además del control del Estado y las Fuerzas Armadas.