A 44 Años de La Noche de los Lápices
Texto elaborado en conjunto por las Secretarías de Derechos Humanos y Juventud de APA
“Yo tenía 17 años cuando me secuestraron. Y cuando salí en libertad me sentía muy vieja. Al poco tiempo tuve que empezar a declarar en juicios y después nos convertimos en luchadores por los derechos humanos, nunca jóvenes. El concepto de joven nunca lo experimenté”.
Emilce Moler, tenía 17 años cuando la secuestraron la noche del 16 de septiembre en 1976 en la ciudad de La Plata, cuando reclamaba junto a otros compañeros y compañeras de entre 14 y 18 años por un boleto estudiantil.
Muchos años después, en 2006, el presidente Néstor Kirchner decide llevar un proyecto de ley declarando en esa fecha el Día Nacional de la Juventud para reivindicar la militancia y el compromiso de aquellos jóvenes que fueron desaparecidos y torturados.
Hoy, 44 años después, se hace inevitable comparar la Argentina de aquellos años con la de ahora: recordar esa juventud que creció y luchó en medio de golpes de estado, con represión, sin elecciones. Pensar en esa generación que fue vapuleada y masacrada por los militares, y que aún hoy, quienes están y pasaron por tanto dolor siguen apostando a la construcción de un país más justo con todos y para todos.
El legado de esos compañeros nos permite que hoy tengamos la suerte de vivir en un país con todas las libertades, de poder militar nuestras convicciones con alegría y sin miedos. Pese a que estamos atravesando una crisis sanitaria mundial que hoy no nos permite salir a las calles, estamos, a través de cada pantalla, en cada plenario, organizándonos para seguir avanzando y lograr que la salida de la pandemia no sea a base de más padecimiento.
Aún nos quedan muchas conquistas por las que luchar. Nuestra tarea como jóvenes es estar a la altura de las circunstancias, y aun con diferencias y debates, privilegiar y apostar a la unidad del campo popular. Mientras tanto, podremos seguir escribiendo y luchando por la Patria que ellos soñaron.