A 102 AÑOS DE LA SEMANA TRÁGICA EN LOS TALLERES VASENA
EL ODIO DE CLASE CONVERTIDO EN REPRESIÓN Y MUERTE
Del 7 al 14 de enero se conmemoran los trágicos sucesos de 1919, y se homenajea a las miles de víctimas de la misma, en el que la clase dominante de la época desató una enorme masacre y represión contra la clase trabajadora, dejando un saldo de centenares de muertos (entre 800 y 1400), miles de heridos (4.000), un gran número de desaparecidos y decenas de miles de detenidos y torturados (más de 50.000), todas cifras provenientes de embajadas extranjeras e investigaciones independientes, ya que el gobierno de la época (Hipólito Yrigoyen) nunca brindó datos oficiales.
El contexto en que se produjo la huelga por mejores condiciones laborales y salariales de los trabajadores de la principal empresa metalúrgica del país -los talleres Vasena, en los barrios porteños de San Cristóbal y Nueva Pompeya- fue el de la creciente organización y concientización de la clase trabajadora y la solidaridad de amplios sectores sociales, frente a la violenta reacción de los sectores del privilegio: empresarios y terratenientes amparados en el ejército, la policía, grupos parapoliciales como la Liga Patriótica Argentina y rompehuelgas a sueldo. Todo ello ante la política oscilante del gobierno que, por un lado, promovía la mediación en el conflicto y, por el otro, brindaba cobertura legal y política a la represión y masacre final.
En el marco de la vigencia de la Ley de Residencia, que permitía la expulsión de los “extranjeros cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público”, se atacó a los sindicatos anarquistas y socialistas, muchos de cuyos dirigentes eran extranjeros; se vinculó a dirigentes de la comunidad judía con un supuesto plan para importar la revolución bolchevique de Rusia; se incendiaron locales partidarios, gremiales y de cooperativas, así como sinagogas, viviendas particulares, imprentas, bibliotecas y periódicos.
Como en tantos episodios de la historia de los conflictos sociales en nuestro país, los sectores dominantes no dudaron en imponer sus intereses de clase a través de una maquinaria política, legal, militar, económica y mediática de represión y muerte.